Las tormentas que azotan el Mar Angosto tienen una temible fama a lo largo de los Siete Reinos, e incluso en las Nueve Ciudades Libres. Aunque las tormentas pueden surgir en cualquier estación, los navegantes dicen que las peores llegan cada otoño, formándose en las cálidas aguas del Mar del Verano al sur de los Peldaños de Piedra, y luego rugiendo hacia el norte a través de estas islas desoladas y pedregosas. Según los archivos de la Ciudadela, desde ahí la mayor parte continúa su trayecto hacia el noroeste, extendiéndose por el Cabo de la Ira antes de chocar contra Bastión de Tormentas en la Punta de Durran.
Es a partir de estas terribles tormentas que las Tierras de Tormentas reciben su nombre. Bastión de Tormentas, El corazón de este antiguo reino es Bastión de Tormentas, el grandioso castillo erigido por el heroico rey Durran Pesardedioses en la Edad de los Héroes, el cual se alza inmenso e inamovible sobre lo alto de los acantilados de la Punta de Durran. Hacia el sur, pasando las salvajes aguas y traicioneras rocas de la Bahía de los Naufragios, yace el Cabo de la Ira. La húmeda maraña verde de la Selva domina las dos terceras partes en el norte del cabo. Más al sur, se abre una amplia llanura que continúa suavemente hacia el Mar de Dorne, donde numerosas villas de pescadores salpican la costa. Allí se encuentra el Pueblo del Llanto (como llegó a ser conocido ya que fue ahí donde el cuerpo del heroico Rey Daeron I Targaryen regresó al reino después de su asesinato en Dorne), un floreciente puerto y mercado, ya que la mayor parte del comercio de la región pasa por sus muelles.
La gran isla de Tarth, con sus cascadas, lagos y montañas elevadas, también es considerada parte de las Tierras de las Tormentas, al igual que Estermont y las innumerables islas menores ubicadas frente al Cabo de la Ira y el Pueblo del Llanto. Hacia el oeste las colinas, firmes y salvajes, se perfilan contra el cielo hasta dar paso a las Montañas Rojas, el límite entre las Tierras de Tormentas y Dorne. Valles secos y grandes acantilados de arenisca dominan el paisaje aquí, y es cierto que algunas veces durante la puesta de sol las cumbres brillan de color escarlata y carmesí contra las nubes… aunque están aquellos que dicen que estas montañas no fueron llamadas así por el color de sus piedras sino por toda la sangre que ha empapado sus suelos.
Más hacia el interior, pasando las colinas, yacen las Marcas: una vasta extensión de praderas, páramos y llanuras azotadas por el viento que se extiende a lo largo de cientos de leguas hacia el norte y el oeste. Bajo la vista de las Montañas Rojas, se sitúan los grandes castillos de los señores Marqueños, construidos para proteger las fronteras de las Tierras de Tormentas contra las incursiones Dornienses provenientes del sur, y de los secuaces vestidos de acero de los Reyes del Dominio provenientes del oeste. Los más grandes entre los señores Marqueños son los Swann de Timón de Piedra, los Dondarrion de Refugionegro, los Selmy del Torreón Cosecha, y los Caron de Canto Nocturno, cuyas Torres Cantantes marcan el extremo más occidental del reino de los Reyes Tormenta. Todos estos se han mantenido leales a Bastión de Tormentas hasta el día de hoy, como lo han sido desde tiempos inmemorables.
Sin embargo, hacia el norte de Bastión de Tormentas, las fronteras del reino han fluctuado constantemente con el paso de los siglos, a medida que Reyes Tormenta, los poderosos y los débiles, han ganado y perdido tierras en una sucesión de guerras tanto grandes como pequeñas.
Hoy en día, el dominio de la Casa Baratheon corre por la orilla sur del Rodeo y la parte baja del Bosque Real, y a lo largo de las costas pedregosas del Mar Angosto hasta la base del Garfio de Massey… pero antes de la Conquista de Aegon, antes incluso de la llegada de los Ándalos, los reyes guerreros de la Casa Durrandon extendieron sus fronteras mucho más lejos. El Garfio de Massey era parte del reino en ese entonces, así como todo el Bosque de Dioses hasta el Aguasnegras. En ciertas épocas, los Reyes Tormenta incluso gobernaron más allá del Aguasnegras. Pueblos tan distantes como Valle Oscuro y Poza de la Doncella solían rendirle tributo a Bastión de Tormentas, y bajo el reinado del temible rey guerrero Arlan III Durrandon, los hombres de las tormentas ejercieron dominio sobre todas las Tierras de los Ríos, reteniéndolas por más de tres siglos.
Sin embargo, incluso en su mejores tiempos, los dominios de los Durrandon y de sus sucesores siempre han estado escasamente poblados comparados con el Dominio, las Tierras de los Ríos y del Occidente, y por lo tanto el poder de los señores de Bastión de Tormentas, era reducido. Sin embargo, aquellos que decidieron construir sus hogares en las Tierras de Tormentas— ya sea a lo largo de las pedregosas costas del Mar Angosto, entre los húmedos bosques verdes de la Selva, o en las marcas azotadas por el viento —son de una raza especial. Con frecuencia se ha dicho que la gente de la Tierra de Tormentas es semejante a su clima: estruendosa, violenta, implacable e impredecible.
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